En la actualidad estamos en un resurgir de los cómics de la segunda mitad del siglo XX.

Portada de El Mundo de Sarvan

Sin ningún lugar a dudas, durante el siglo XX se crearon multitud de trabajos de gran relevancia para el noveno arte. Este arte es hijo de la modernidad y la industrialización. Tanto es así que se considera que nació durante el siglo XIX, aunque su auge ocurrió en el siglo XX. De hecho, la mayoría de los referentes culturales de este arte (Eisner, Goscinny, Moore, Oesterheld, etc.) desarrollaron sus trabajos durante este siglo.

A raíz de todo esto, parece que una buena parte de los lectores de cómic están “atados” a ese momento de la historia, ya que consideran que lo mejor de la misma sucedió entonces. No vamos a entrar a discutir este aspecto, aunque partimos de la premisa de que, durante el siglo pasado, las opciones creativas parecían mayores que en la actualidad.

Las editoriales actuales son conscientes de la importancia del siglo XX en el imaginario social y, por ello, han optado por echar la vista atrás y recuperar obras de entonces. La editorial Aleta, por poner algún ejemplo, ha reeditado Grandes de lo Macabro de Joan Boix o Danger Unlimited de John Byrne, mientras que Diábolo ha vuelto a editar Weird Science. Así mismo, DQómics ha apostado por reactualizar El mundo de Sarvan de Antonio Segura y Jordi Bernet o Super Rayón, mientras que ECC y Astiberri nos están permitiendo leer obras de Breccia tales como Nadie (ECC) o Mort cinder (Astiberri). A su vez, la editorial Desfiladero ha remasterizado la obra de Miguel Calatayud, La Pista Atlántica.

Por supuesto, este breve listado no contiene, ni muchísimo menos, todas las obras que se están reeditando. No es nuestro objetivo mostrar todo lo que está volviendo a salir a la calle. Lo que queremos hacer en este artículo es reflexionar un poco sobre las razones o sinrazones de esto.

Portada de Weird Science

Debido a la enorme calidad de los trabajos que se hicieron durante el siglo XX, es fundamental que el lector los tenga a su alcance. Por este motivo, no creo que se pueda criticar o cuestionar estas decisiones editoriales ya que, gracias a ella, podemos disfrutar de auténticas obras de arte o, por lo menos, de trabajos destacados. Los personajes icónicos del mundillo, nacieron entonces. Las referencias culturales también son de aquella época.

Pues bien, si nos fijamos en las editoriales mencionadas, podremos comprobar que la mayor parte son editoriales pequeñas. Ellas tienen un presupuesto reducido y optan por ofrecer en su catálogo obras que, en principio, tendrían asegurada la venta. Bueno… posiblemente esto no está tan claro con las obras de, por ejemplo, Breccia, pero parece que la opción de revivir al cómic estadounidense clásico, resulta bastante segura.

Ahora bien, lo que habría que plantear es si estas decisiones están limitando las posibilidades de los creadores actuales. Es decir, la apuesta por recuperar obras de gran calidad, reduce las opciones de los autores que también son creativos, innovadores y plantean discursos rompedores. Curiosamente, por nuestra mano no han pasado obras actuales con estas características. Esto nos hace sospechar que los autores que tienen opciones de ver sus obras publicadas, tienen cierto aire comercial y vendible. En este sentido, me pregunto si los grandes creadores del siglo XX conseguirían ver su trabajo en papel en el momento actual.

Al fin y al cabo, el mundo editorial del noveno arte publica para vender, ganar dinero y sobrevivir. Esto es evidente. Pero este mundo ha sido uno de los más rompedores y creativos de la cultura popular. En cambio, parece que esos elementos no los encontramos en la actualidad publicada. Posiblemente alguno de los lectores estará pensando en el cómic underground. No pretendo hablar de él. Estamos pensando en las obras que ven la luz dentro de los caminos editoriales más convencionales. Desde ahí nos planteamos si sería posible encontrarse con obras de carácter experimental, donde la narración (visual o escrita) pueda ser extraña y desconcertante, donde la historia no sea amable o termine bien. Hablamos de obras que puedan ser feístas o que su discurso pudiera, incluso, ser un tanto desagradable para el lector. No sé si todo esto podría llegar a ser posible, pero, desde luego, sería interesante.

En definitiva, con este breve artículo se constata que solamente tenemos preguntas y ninguna respuesta. Seguiremos la pista de lo que va siendo publicado en los próximos años y esperaremos, en nuestra isla de Utopía, la llegada de obras con estas características.

Por Juan R. Coca